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domingo, 25 de mayo de 2014

Resonancia de una receta canaria parte II - por José Rafael Lovera

El Bienmesabe

     En el elenco de nuestros postres criollos venezolanos figura en lugar principal el Bienmesabe. Considerado como el resultado perfecto de una tradición dulcera que se remonta a tiempos coloniales, su tersura edulcorada, la levemente esponjosa textura de sus bizcochuelos y la nota sugerente del vino Moscatel que los emborracha, culminan con la perfumada canela que adorna su superficie. Puede decirse que los venezolanos somos viciosos de la delicia que depara este postre que tiene muy marcado su lugar en nuestra memoria gustativa y que nos recuerda muchas ocasiones familiares festivas.

     He sostenido siempre que su origen, como el de muchos de nuestros dulces, hay que buscarlo en las hacendosas manos monjiles, pues fue en los conventos donde se generaron múltiples recetas para regalo de los visitantes o de los patrocinantes de esos establecimientos. Lo cual no es nada extraño pues tal circunstancia ya tenía vigencia en España. Fue allí donde, según lo que he podido alcanzar, comenzó a elaborarse el Bienmesabe, en el convento de Belén de las Hermanas Clarisas, en la ciudad de Antequera, con lo cual no solamente quedó sentada su proveniencia monjil sino también su influencia árabe, anunciada por las almendras y el azúcar. Hay que recordar que aquel Bienmesabe andaluz se hacía añadiendo a la crema de yemas la leche de las almendras, que luego después del viaje trasatlántico que llevó a conquistadores y colonos a las Indias, fue sustituida por la leche de coco. No prosperaron en el Nuevo Mundo las almendras pero se disponía de los cocos que, oriundos del Asía, terminaron prosperando en tierras americanas. 

     No puedo asegurar que el Bienmesabe haya venido directamente de Andalucía, pero creo, tomando en cuenta la opinión de Jesús Ávila Granados en su libro El libro de la repostería tradicional, que esa maravillosa golosinería fue llevada primero a las Islas Canarias, asentándose en Tenerife. Citemos al nombrado autor: “A diferencia del gofio – plato canario típico, asociado a las clases más modestas- el Bienmesabe o Bienmesabes se relaciona con la cocina de las clases más nobles y aristocráticas formadas en Canarias y en la isla de Tenerife, en particular, a comienzos del siglo XVI.” Más adelante el autor citado afirma que “El resurgir del Bienmesabe coincidió con el esplendor de los vinos de la variedad malvasía, exportados a todo el mundo desde el puerto de Garanchico, primero, de la Orotava y El Puerto de la Cruz, después de la erupción del volcán Tanque, y finalmente, de las dársenas del puerto de Santa Cruz de Tenerife.”
      
    Todos sabemos que desde tiempos coloniales la inmigración mayor proveniente de España fue la canaria. Familiarmente llamamos a los provenientes de esas Islas Afortunadas: “isleños” y parte de nuestra cultura tiene que ver con el legado que ellos dejaron: de allí que la gastronomía no podía escapar de esa influencia, que por cierto fue mutua, pues así como en Venezuela se encuentra el gofio y los mojos, allá se preparan sancochos y arepas y se toma cerveza y ron venezolanos. Por ello no es extraño que el postre de que hablamos haya venido por conducto de esos isleños.
     
       A continuación transcribimos una receta contemporánea de Bienmesabe publicada en el recetario titulado “Canarias” publicado dentro de la colección “Nuestra cocina” de la editorial Ciro Ediciones S.A., bajo la dirección de Juan Manuel Beliver.   
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También incluimos la receta y comentarios antes citados del libro de Jesús Ávila Granados "El libro de la repostería tradicional" (Editorial Bon vivant, Madrid, 2003):
 
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 Fotos archivo Cega

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